martes, 1 de marzo de 2016


Nos resultan incomprensibles los sentimientos ajenos, las razones, causas, los incentivadores
de lo que el otro entiende por felicidad.
¿Cómo tener la certeza de que sentimos igual, de que comprendemos lo que el otro siente?
¿Cómo acceder al puro sentimiento sin ponerle etiquetas o definiciones?