viernes, 17 de junio de 2016



-Que nadie diga de mí nada que yo no pueda controlar.
Lejos estoy de la impersonalidad, tanto me aferro a ser yo que no puedo irme de mí, nunca, aunque viaje por lugares y tiempos, ensaye posturas, coquetee con las mil posibilidades que la vida me ofrece. Siempre soy yo con miedo a ser yo frente a los otros, escapando del espejo en los ojos ajenos.

-Que nadie diga de mí nada que yo no pueda controlar.
Porque cuando yo hablo de mí, selecciono las palabras para acariciarme, mimarme, masturbarme, en diferentes poses. Yo controlo mi goce y mi dolor, mis triunfos, mis aciertos, y hasta preveo las derrotas que no me importan. Pero que venga otro a señalar las manchas que quiero disimular, que me las disimulo a mí misma, eso me resulta insoportable. Aprender a soportar es la consigna.

-Que nadie diga de mí nada que yo no pueda controlar.
Pero hablan todo el tiempo, en cualquier lugar pueden estar mencionando mi nombre y contando una historia, analizándome. Yo no quería ser el tema de conversación de nadie, creo. ¿Quería eso? ¿Quise esto? Claro que sí, por eso la escritura autorreferencial.

 ¿Qué dirán? ¿Me verán tan fea como me veo yo? ¿O peor?

-Que nadie diga de mí nada que yo no me haya dicho antes.
No quiero darle la razón a sus interpretaciones, no quiero ser la sumatoria de las historias de otros.
Aunque eso soy; eso somos todos, un tejido infinito de narraciones ajenas acerca de nosotros mismos.

¿Qué pasa si empezamos a creernos lo que dicen de nosotros?

Somos ese silencio ininterrumpido, esa verdad en otra frecuencia que no podemos siquiera concebir.




domingo, 29 de mayo de 2016

https://soundcloud.com/howdypunk/captain-howdy-aca-estas

(Enraizada en ese momento, en esa sensación, en ese deseo de bienestar y perdurabilidad. Fácil de explicar con estas palabras.)

lunes, 23 de mayo de 2016

Ser y no


Ser y no ser
la misma voz
la misma mirada sobre las cosas

Ser y no ser
 yo,
la misma persona
cada día al despertar.

¿Dónde estuve durante el sueño?
¿Regresé completa, entera, toda yo,
o dejé partes mías por ahí?
¿Sigo siendo la que empecé a ser hace ya tanto tiempo?



Ser y no ser
la que mira
la que siente
la que piensa
la que dice
la que escribe.

Ser y no ser
el punto
en el que confluye todo:
lo que pasa ante mí
lo que pasa en mí
lo que me pasa
como si yo fuera sólo un lugar,
un espacio vacío
un desierto.

Un desierto con ruinas y cachivaches,
espacio y testigo de una danza macabra,
oyente de una lengua muerta y desconocida.
Ser y no ser el espacio.
Ser y no ser el personaje protagonista de lo que diremos que es tu vida.

Ser y no ser el vacío
el silencio
la eterna hoja en blanco.
Potencialmente, ser y no ser toda posibilidad.

Ser y no ser
el murmullo
de palabras amorosas que buscan
cualquier destinatario

Ser y no ser este cuerpo
 lanzado hacia el futuro,
parado en el presente,
deudor de un pasado que nunca termina de narrarse.

Ser y no ser
el clandestino habitante
de todas las fronteras
(con un pie acá, y otro allá...)

martes, 1 de marzo de 2016


Nos resultan incomprensibles los sentimientos ajenos, las razones, causas, los incentivadores
de lo que el otro entiende por felicidad.
¿Cómo tener la certeza de que sentimos igual, de que comprendemos lo que el otro siente?
¿Cómo acceder al puro sentimiento sin ponerle etiquetas o definiciones?

domingo, 28 de febrero de 2016



Creo que los errores, las equivocaciones, los tropezones son significativamente sinceros. Más que los aciertos y los logros, o esos emblemas que asociamos a nuestra idea de éxito. La cosa se complica cuando se trata de explicar la diferente entre lo que es un logro y lo que es un error.

¿Quién se anima a postularse como observador adecuado, sin anteojos empañados de cultura y etnocentrismo? A la hora de enunciar su explicación de las diferencias entre logro y fracaso, ¿esgrimirá una valoración capitalista, mística o ingenua?

Logro o fracaso: etiqueta del sentido que le pone después (y se la actualiza esporádicamente). Etiqueta que se le pone a algo que pasa, a un acontecimiento que queremos tomar como experiencia.
Experiencia de posibilidades, y de posibilidades deviniendo imposibles.

 El cambio de un estado a otro deja de lado las infinitas posibilidades de otros cambios en ese mismo estado. Hay infinitas realidades posibles, y optamos por vivir una, descartando las otras. Eliminándolas como posibilidades y manteniéndolas como imposibles, como fantasías.

Por suerte, existe la literatura para jugar con las palabras y aproximarse a la construcción de metáforas de aquellas posibilidades descartadas.

El viajero triste que mira la costa de su patria, pensando en lo que pudo ser, sin reparar -todavía- en la inmensa cantidad de caminos posibles que lo esperan en la nueva tierra, cruzando el mar, el tiempo, las palabras conocidas.

lunes, 8 de febrero de 2016



Cuesta soltar, soltarse, soltar a los otros...

Soltar el volante, el timón,
el manubrio,
los hilos con los que manejamos
como títeres
a nuestras horas y acciones.

Soltar las falsas certezas,
los castillos
de naipes y fotos
de certificados y notas
de títulos y trabajos
de ilusiones y promesas viejas.

Soltar el control,
renunciar a esa imperiosa necesidad
de tener todo
acomodado,
etiquetado,
previsto,

abandonar explicaciones incomprensibles,
aflojar con el murmullo mental
que asfixia buscando las palabras exactas
(¡exactas! no sea cosa de que no nos entendamos...)
para decir,
con maquillaje,
"ya fue".

Es este proceso
de reconocerse flotando
a la deriva
en un océano
en el cual cada tanto damos brazadas,
aspirando a llegar a alguna isla.

Las islas son transitorias,
bancos de arena que con el tiempo
y las olas
se van desvaneciendo.

La única certeza: Todo es transitorio.
(para este-nuestro tiempo,
para nuestra comprensión,
para nuestra mirada de las cosas)


Cuesta renunciar a las islas,
a buscar lugares donde construir
todo tipo de estructuras.

Soltar el deseo de pisar suelo firme,
de tener algo entre las manos
que no sea agua escurriéndose.

Soltar el agua,
es un esfuerzo inútil querer retenerla.
Te moja, te sostiene, te rodea,
te moviliza con sus corrientes,
te hidrata,
te mata si te descuidás.

Son esas malas costumbres
de buscar y seguir buscando,
no sólo cosas posibles
si no las más probables,
las firmes;
 de apostar únicamente
si nos sentimos seguros del éxito.

La isla como descanso,
no como hábitat,
aunque hayan otros
ahí, amigos,
esperanzados
en fundar una ciudad.

Me doy cuenta de que
mi camino es inestable,
aunque quiera darle cierta firmeza y planificarlo,
aunque quiera programarlo,

aunque quiera decirles a todos
que no se preocupen,
asegurarles sin miedo a estar mintiendo:

"llegué,
estoy,
estaré".

Afirmar que seguiré estando,
que acá (nomás) me quedo .

Y que viviré
en esta isla
(que se gasta con las olas,
que me aburre,
que me hace sentir muerta)

Mi idea de amor es
ser compañeros de viaje
durante un tiempo
y después soltarnos suavemente.

Abrazo y beso de despedida,
repetirnos los mejores recuerdos,
contarnos detalladamente
lo que nos pasó cuando pasó lo que pasó

y a seguir nadando cada uno por su parte.


No cualquier compañero
se banca un viaje así,
pero de esta isla ya no queda nada
(seamos honestos)

¡buena suerte
y que hagas un hermoso viaje propio!

(Me cuesta tanto soltarte que busco entenderte desde metáforas astrológicas y fuerzas planetarias, busco alguna luz que me indique si lo que venía pensando-sintiendo por vos no estaba tan errado, quiero creer que por un momento pisamos tierra firme y estuvo bueno, fue lindo, pero ya fue)

viernes, 5 de febrero de 2016



(-Hoy de nuevo;
-Hoy, de nuevo;
-De nuevo, hoy;
-De nuevo (es) hoy;)

como tantas otras veces
 (ya sería un hábito)
reniego de mi sentimentalismo, 
egocentrismo,
mariconería insoportable,

de esta tendencia 
-inevitablemente- 
hablar en primera persona 

y a manchar <lo que quiero decir>
con <lo que siento>.

Si no lo siento, no lo digo.

Si no lo siento, ni siquiera lo pienso.

Yo pienso sintiendo,

esa es 
mi inteligencia,
mi frecuencia,
la manera en que me habito 
y de la cual reniego
pero que no puedo abandonar.



(Wara wara 
yo de nuevo hablando de mí)





Para convivir con esta autorreferencialidad, 
podría repetirme insistentemente
(dos puntos) :

  • que yo no soy un yo definido y concluido

(pensarme más agua de río que de fuente de jardín, 
circulando estúpidamente)

  •  que quizás soy una voz imposible, proveniente de quién sabe dónde,

la cual, debido a falta de amigos-íntimos,
 murmura en juego 
diálogos consigo misma

(¿será incapacidad, soberbia o miedo 
lo que me impide invitar a otros interlocutores?)

  • que poco y nada importa  ese yo

 (que se refugia cobardemente 
en el adverbio "personalmente" )


porque yo nunca soy ese-yo-que-habla,


soy un personaje que escribe, 
un invento de la ficción y de la poesía,
una selección de palabras.


Un juego de niños que se prolongó
demasiado.


Pienso que este no es el juego que quiero,

pero siento que quiero seguir jugando.


*
No pude 
ni podré 
encontrar/me en las palabras.

Escondida.
Encerrada.
Capturada.


Renunciar a la búsqueda
o a la construcción 
o a la cacería despiadada
de mí-misma
en la escritura.

(cambiar el juego, 
es eso, 
cambiar el juego)


Escribir 
desde la impersonalidad.
Con una mirada cínica,
de superada,
insensible.
(o intentarlo)

Escribir
 no como una confesión
sino como una mentira,
como si usara máscara y armadura.

Decir yo y dejar de creer en el yo



¿Es genuina esa impersonalidad?
 ¿Es posible?

¿Podemos salirnos de nosotros 
a la hora de 
hablar, escribir, pensar, vivir?


¿Estamos 
en nosotros
 como para poder 
salir de nosotros? 


¿Somos nosotros 
una cosa identificable
un lugar transitorio
(momentáneamente poblado por el lenguaje)?




La voz que habla, 

en un lugar de paso, 
muestra la mirada que se tiene,
(el vistazo que se echa) 
en un momento determinado

y que luego deja de ser

y que es 
siendo, 
y dejando de ser>


La voz imposible, pero paradójicamente presente.
Acá está.

(La escritura como juego:
jugar con las palabras
o que las palabras jueguen 
con <lo que voy siendo>)