lunes, 8 de febrero de 2016



Cuesta soltar, soltarse, soltar a los otros...

Soltar el volante, el timón,
el manubrio,
los hilos con los que manejamos
como títeres
a nuestras horas y acciones.

Soltar las falsas certezas,
los castillos
de naipes y fotos
de certificados y notas
de títulos y trabajos
de ilusiones y promesas viejas.

Soltar el control,
renunciar a esa imperiosa necesidad
de tener todo
acomodado,
etiquetado,
previsto,

abandonar explicaciones incomprensibles,
aflojar con el murmullo mental
que asfixia buscando las palabras exactas
(¡exactas! no sea cosa de que no nos entendamos...)
para decir,
con maquillaje,
"ya fue".

Es este proceso
de reconocerse flotando
a la deriva
en un océano
en el cual cada tanto damos brazadas,
aspirando a llegar a alguna isla.

Las islas son transitorias,
bancos de arena que con el tiempo
y las olas
se van desvaneciendo.

La única certeza: Todo es transitorio.
(para este-nuestro tiempo,
para nuestra comprensión,
para nuestra mirada de las cosas)


Cuesta renunciar a las islas,
a buscar lugares donde construir
todo tipo de estructuras.

Soltar el deseo de pisar suelo firme,
de tener algo entre las manos
que no sea agua escurriéndose.

Soltar el agua,
es un esfuerzo inútil querer retenerla.
Te moja, te sostiene, te rodea,
te moviliza con sus corrientes,
te hidrata,
te mata si te descuidás.

Son esas malas costumbres
de buscar y seguir buscando,
no sólo cosas posibles
si no las más probables,
las firmes;
 de apostar únicamente
si nos sentimos seguros del éxito.

La isla como descanso,
no como hábitat,
aunque hayan otros
ahí, amigos,
esperanzados
en fundar una ciudad.

Me doy cuenta de que
mi camino es inestable,
aunque quiera darle cierta firmeza y planificarlo,
aunque quiera programarlo,

aunque quiera decirles a todos
que no se preocupen,
asegurarles sin miedo a estar mintiendo:

"llegué,
estoy,
estaré".

Afirmar que seguiré estando,
que acá (nomás) me quedo .

Y que viviré
en esta isla
(que se gasta con las olas,
que me aburre,
que me hace sentir muerta)

Mi idea de amor es
ser compañeros de viaje
durante un tiempo
y después soltarnos suavemente.

Abrazo y beso de despedida,
repetirnos los mejores recuerdos,
contarnos detalladamente
lo que nos pasó cuando pasó lo que pasó

y a seguir nadando cada uno por su parte.


No cualquier compañero
se banca un viaje así,
pero de esta isla ya no queda nada
(seamos honestos)

¡buena suerte
y que hagas un hermoso viaje propio!

(Me cuesta tanto soltarte que busco entenderte desde metáforas astrológicas y fuerzas planetarias, busco alguna luz que me indique si lo que venía pensando-sintiendo por vos no estaba tan errado, quiero creer que por un momento pisamos tierra firme y estuvo bueno, fue lindo, pero ya fue)

No hay comentarios: